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domingo, abril 15, 2012 

LIBRO: CRONICAS AYACUCHANAS. Educando en Valores.

Hola.

Te presentamos nuestro nuevo libro: "CRONICAS AYACUCHANAS. Educando en Valores".

El libro contiene 16 historias, cuentos y leyendas de las once provincias de Ayacucho. Cada crónica tiene como remate lecciones morales para orientar a los niños y adolescentes y para que los adultos lo comenten entre sí.

El Contenido es el siguiente:


El Castigo (Apongo-Fajardo) pg. 7

Helme (Ayacucho-Huamanga) pg. 11

Tres máscaras (Ayacucho-Huamanga) pg. 17

La Reina de Armendáriz (Apongo-Fajardo) pg. 23

El Apu Sara Sara y la laguna de Parinacochas pg. 30
(Incuyo y Pullo - Parinacochas)

Razu Willka y Waman Tika (Huanta) pg. 38

¿Cómo nace la danza de Navidad de Huancasancos? pg. 46

Leyenda de Auquihuato (Oyolo-Paúcar del Sara Sara) pg. 54

Wawapacana (Espite-Vilcanchos-Fajardo) pg. 62

Loro Mamay (Chipao-Lucanas) pg. 70

Llaqta Maqta (Chungüi-La Mar) pg. 78

Basilio Auqui (Pampa Cangallo-Cangallo) pg. 85

Sucre, a paso de Vencedores (Sucre) pg. 92

Fermín y Antuca (Lucanas-Lucanas) pg. 101

Laguna de Wachwaccasa (Hualla-Fajardo) pg. 110

Amaru Yupanqui, un ilustre inca ayacuchano pg. 117
(Pomacocha - Vischongo -Vilcashuamán)






Autores: Guillermo A. Huyhua Quispe y Rosa Luz Arroyo Guadalupe

Precio: Diez nuevos soles (S/. 10.00)

Pedidos: 9955-18952

¡Incluyelo en tu Plan Lector!


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jueves, octubre 21, 2010 

MI PERRO CAPULI DE OYOLO.

DEAR MR. Guillermo Huyhua Quispe, estimado y dilecto  amigo, le remito una crónica  labrada en las praderas de Parinacochas, es una joya familiar QUE  quiero compartirla con mis amigos del Perú y del extranjero  que leen CRONICAS AYACUCHANAS . Y se los dedico a mi hermano y a mi hija que son médicos veterinarios que trabajan en USA y Perú, engrandeciendo su profesion y colaborando para hacer grande el mundo canino.

 

Sinceramente,

 

Chifú, El Cacique de los Andes.

 

 

 

 

 MI PERRO CAPULI.

 

1.0 AUTOR:

 

INGENIERO ZOOTECNISTA EDUARDO MAXIMILIANO NARREA HUAMANI, ESCRITOR, EMPRESARIO GANADERO, PERUANO,  LIMEÑO, DE PADRES AYACUCHANOS QUE NACIERON EN EL DISTRITO DE OYOLO, ESCRIBE DESDE HOUSTON TEXAS CON EL SEUDONIMO DE "Chifú, EL CACIQUE DE LOS ANDES",

 

2. 00 DEDICATORIA:

 

AL MEDICO VETERINARIO, SR. DR. JUAN MANUEL NARREA HUAMANí, MI HERMANO, QUE TRABAJA EN NEW JERSEY USA. AL MEDICO VETERINARIO,  SRTA. DR. EVELYN NARREA CASTILLA, MI HIJA, QUE TRABAJA EN LIMA - PERú; POR SUS TRABAJOS EN DIAGNOSTICO Clínico,  TRATAMIENTO Y CURACION  DE  MASCOTAS, CON  PROFESIONALISMO y DEDICACION  DENTRO EL MUNDO CANINO.

 

3. 00 INTRODUCCION:

 

Mi perro Capulí, es una historia familiar, reverdeciendo viejos recuerdos expongo las travesuras de la mascota de la familia, con mucha imaginación lo he trabajado para hacer nacer una leyenda  que  es una joya familiar que  lo quiero compartir   con muchas personas que pertenecen al  mundo canino.

 

Capulí nació en las verdes praderas altas andinas. Su madre fue una Perricholi oyolina y su padre un pastor Alemán (German Shepherd), fue un animal de pradera, un perro grande, de contextura fuerte, inteligente, obediente, fiel a su amo, trabajó como perro ovejero de joven y de adulto fue un perro viajero que camino por las tres regiones del país, junto a las mulas y caballerizas de los arrieros, este era el único medio de transporte de las mercaderías de los pueblos andinos, esta historia es verídica y aconteció en el distrito de Oyolo, provincia de Parinacochas, ahora llamado del Paucar del Sarasara, Ayacucho, Perú, era la época de los arrieros , estos "llaneros oyolinos de los Andes" fueron viajeros por antonomasia , nómadas, errantes, se apartaban de sus hogares por semanas, meses, transitaron por todos los rincones del sur y centro del Perú, viajaban constantemente a Tambo Rúelas en Arequipa llevando lana de ovino, transportaban comestibles de todo tipo como carne seca llamado charqui, papas, habas, maíz blanco del valle del Urubamba, la hoja de coca que la compraban en la ceja de selva de Apurímac y Cuzco, transeúntes incansables de todo el valle Sagrado de los Incas.

 

Los arrieros oyolinos eran muy particulares, eran arrieros pescadores, trabajaron a orillas de las playas en el litoral marino de Ica, Moquegua y Arequipa, Entre ellos destacó nuestro abuelo Víctor Huamaní, que viene de una familia de arrieros, eran once hermanos varones, -que cuando joven le decían chorrillano- , porque vivió en esa caleta de pescadores y era un excelente pescador y nadador, de adulto era un buen comerciante, su fuerte eran las ventas del pescado seco salado, el cochayuyo (que son las algas marinas), y las hojas secas de coca, llegaba con sus productos por todos los pueblos de Parinacochas, nunca menosprecio a sus clientes, por este motivo, era conocido como el "mercader de Venecia" , llegaba hasta los más apartados caserío con su tropilla de mulas, necesitó tener un guardián para que cuide y vigile su preciosa carga, por eso escogió a su inteligente y fiel perro ovejero llamado Capulí para que seas su escudero en sus viajes de arriero.

 

4. 00 DE PERRO OVEJERO A PERRO A COMPAñANTE DE LOS ARRIEROS.

 

Capulí nació en las praderas del distrito de Oyolo, junto con las cabras y la manada de ovejas, este sabueso fue criado para pastor de ovejas, de cachorro se le alimento en base de leche de cabra, como se nutre a los que van a ser pastores, de retoño jugaba con los corderos, era su mundo el ganado que pastoreaba las verdes campiñas de ichu, pastos naturales que son el herbaje del ganado a 3500 msnm , creció hasta ser un perro grande, fuerte, un hermoso chusco-oyolino cruzado con pastor Alemán, cuidaba que la manada de ovejas siempre este junta, de esta manera los protegía de los zorros que podrían llevarse a los corderos más pequeños, se identifico desde cachorro con el olor de las ovejas y su mundo silbo pastoril.

 

Nunca se desprendía de Víctor cuando este visitaba su rebaño de doscientas ovejas cada treinta días, lo perseguía por todas partes, Capulí moviéndole la cola seguía al arriero por todos los lugares que el visitaba, ya que llevaba víveres para el encargado de cuidar sus animales, que lo había dado al partir o sea que la mitad de toda la producción del hato era para el encargado y la otra mitad para él.

 

Es una manera muy sabia de compartir las acciones, pagarle con su misma producción de su hato de ovejas y a la vez hacerlo socio de su pequeña empresa ganadera. El abuelo escogió al perro como su escudero para llevarlo en sus interminables viajes, lo traslado para que cuide el valioso cargamento de las mulas y para que les pase la voz cuando algún pillo este husmeando sus cargas, de esta forma su caravana estaría más protegida. Un hijo de Capulí sería su reemplazante en el hato de ovejas como perro ovejero, Capulí era ya un animal maduro, conocía los campos alto andino y estaba acostumbrado a andar en las praderas heladas.

 

Viajó por varios años junto a la tropilla de mulas, fue un inseparable amigo , cuando llegaban a los pueblos Víctor lo metía en un canasto y lo ponía sobre una mula, para que no pelee con otros caninos, ya que era muy fuerte y agresivo con los otros sabuesos, que siempre ladraban a Capulí, porque los perros son astutos y tienen marcados sus territorios, y cuidan las casas de sus amos, cuando los arrieros se detenían para descansar en las praderas o lugares baldíos lo soltaba para que cuide las cargas, y de noche mientras todos dormían, el se trasnochaba vigilando las cargas, y ya agotado de su desvelo en la aurora del alba acostumbraba dormir sobre un pellejo en la puerta de la carpa del arriero, durante muchos años viajo con la tropa de mulas por diferentes pueblos y jugaba a orillas del mar cuando ellos iban de pesca en la Costa, tenían muchos pedidos de pescado seco salado para semana santa y otros días festivos.

 

Cuando estaban en las labores de pesca siempre los acompaño en sus labores cotidianas, los arrieros pescadores dormían a orillas del mar en unas carpas que tenían por soportes unas costillas de ballena, que las recogían a orillas del mar, ellos como pescadores ingresaban al mar muy de madrugada en unas chalanas a remos con su perro a estribor en sus labores de pesca artesanal, tenía como característica más importante una oreja partida ya que en una oportunidad se le incrusto un anzuelo de pesca y hubieron que sacarle ese arete que le había traspasado el cartílago y la piel, le faltaba también uno de los dedos de su mano derecha producto de la amputación ocasionada por un cangrejo que lo mordió a orillas de un mar embravecido, y para que no sangre tuvieron que cauterizarle la herida con un fierro caliente sacado de la brasa que utilizaban para cocinar sus alimentos.

 

Este sabueso tenía su plato de madera y siempre compartía con todos los trabajadores el menú del día, muchas veces este noble animal también cazaba conejos silvestres, y cuando pasaban cerca de una laguna le gustaba perseguir a los patos, y de esta forma se bañaba en sus aguas frías. Su trabajo más importante era vigilar el cargamento mientras los arrieros estaban de descanso, para eso estaba entrenado, debería ladrar al puma que es el Rey de los Andes, que vive en la profundidad de los valle cordilleranos y es el absoluto soberano de la cordillera, y a los hambrientos zorros que se acercaban de noche a husmear los cargamentos, pero debía mantenerse silente ante el peligro de algún malhechor que con intensiones de robo se acercarse a mirar el cargamento, hacer vigilia de noche mientras los demás duermen era cosa común entre los arrieros, la vigilia es muy importante porque hay que cuidar las cargas de todas las piaras, una noche oscura y serrana en que solo las luciérnagas y los murciélagos transitan por la oscuridad, un asaltante sigiloso se acercaba de madrugada a revisar el cargamento de los arrieros, la mascota Capulí con gemidos despertó a Víctor que dormía solo con un ojo ya que estaba esa noche de vigilia, rápidamente y con mucha cautela obedeciendo a Capulí sorprendió a bandolero que estaba cortando las mantas para husmear que estaban llevando para avisar a su pandilla y asaltarlos, el arriero con reflejos rápidos sorprende por detrás al delincuente capturándolo por el cuello y poniéndole el filudo cuchillo muy cerca de la yugular, tenía tanta bravura en ese momento que casi degüella al malhechor, pero era una norma no matar al asaltante capturado, más bien tenían que partir de madrugada dejando amarrado al malhechor, y avanzar en la oscuridad para escaparse del peligro ya que muchos cuatreros estaban esperando que regrese el espía, que avisaría que tipo de carga están llevando para poder arrojarse sobre los arrieros, estos peligros eran muy comunes por eso ellos para repeler el ataque de los asaltantes también estaban armados, tener machetes, cuchillos y pistolas con municiones era común como armas de defensa.

 

Víctor amarro las manos al malhechor, después de taparle la boca con un pañuelo lo puso en una redecilla de cuero y lo colgó en un árbol, después despertó a todos sus camaradas ante el inminente peligro aparejaron las cargas de todas las mulas, le quitaron las esquelas a la mula madrina, y el grupo partió en forma silenciosa, después de cuatro horas de fuga amanecieron cerca en un pueblo donde ya estaban seguros y pudieron descansar.

 

5. 00 LA MUERTE DE CAPULI.

 

En una noche de vigilia, Capulí cuidaba el cargamento de la piara de mulas, escucho con su fino oído el crujir de unas ramas, y segrego adrenalina cuando vio a un bulto asomarse agazapado entre la maleza, al observar bien la silueta y por el hediondo olor , reconoció que se acercaba un ágil felino, era el puma, conocido como el león de los Andes, el felino montaras rastreaba de madrugada, mientras todos los arrieros dormían, husmeaba la carga, el olor a charqui que es la carne seca, lo había atraído desde lejos, y el puma hembra de contextura flaca y hambrienta tenía que llevar carne para sus cachorros de camada, y el trabajo de Capulí era de estar alerta, vigilar mientras todos dormían y cuidar a su amo.

 

El escudero Capulí enfrento a la hambrienta bestia que se estaba llevando un costillar de carne seca, persiguió ladrando al puma hasta una colina y allí en un fiero combate después de quince minutos de forcejeos y mordiscos, después de una sanguinaria pelea, un fuerte manotazo del puma hizo que Capulí se resbale al pisar las piedras húmedas de sangre y se despeñe por un barranco profundo golpeándose la cabeza contra las rocas, el puma de los Andes venció a nuestro héroe, todos los arrieros despertaron al escuchar los ladridos y ruidos de esa sanguinaria pelea, con machetes y pistolas en mano y disparando al aire para asustar a la bestia corrieron a defender a Capulí ,pero el gran gato de las montañas echándose al hombro su preciosa carga, se escabullo entre las rocas y posiblemente se escapo hacia una de las muchas cuevas de las montañas, que son de difícil acceso, al amanecer después de recoger al moribundo herido y ponerlo cerca de la brasa de fuego para que se caliente, el agónico animal dio su último suspiro en manos de su amo, después de cavar una pequeña tumba , fue enterrado con honores de héroe.

 

En algún lugar de la cordillera de los Andes y bajo una cruz de madera que sostiene cuatro zapatitos de cuero y un plato de madera debe de estar la tumba secreta de la fiel mascota, 20 hombres puestos de pie alrededor de su tumba le dieron un triste adiós, compartiendo una botella de cañazo (aguardiente) , cabizbajos por el dolor en señal de despedida, uno a uno, iban recordando y contando las aventuras de la mascota a través de los años, su amo recordó que el mismo confeccionaba los zapatitos de cuero acolchado con piel de borrego para que no sienta frio cuando cruzaba las heladas cordilleras de nieves perpetuas, la nota triste la pusieron una quena y una guitarra tocados por manos expertas y canturrearon una música muy triste que le parte el alma a los oyolinos cuando están lejos de su pueblo: Adiós pueblo de Ayacucho perlas challay , después de escuchar ese salmo ayacuchano, Víctor muy afligido, y sonándose las narices con un pañuelo, -porque primero se llora por la nariz-, dijo con voz entrecortada: ¡- Adiós Capulí , compañero inseparable de viajes y de mil aventuras, te recordaremos siempre como un "mártir de los arrieros de Parinacochas", serás la mascota predilecto del pueblo, GRANDE CAPULI DE ORO ", descansa mi fiel escudero ",!

 

Y puso sobre su tumba un ramo de flores de retama símbolo de las praderas ayacuchanas, y dirigiendo un coro de voces que lo acompañaban, todos al unísono, y con voz en cuello arengaron: ¡En el dolor……… Hermanos!, ¡En el dolor………Hermanos!, ¡CAUSACHUN... …. CAPULI!, ¡CAUSACHUN……. OYOLO!, ¡Viva el Perú………CARAJO!

 

6. 00 CONCLUSION:

 

Gracias a Capulí rescatamos del olvido a los perros ovejeros, estas líneas in memorian, puestas en la vitrina del internet será una ventana al mundo para que muchos lectores dirijan sus ojos hacia los pueblos andinos. Debemos valorar más la labor de esos nobles animales que cuidan la economía de los ganaderos. Quiero destacar la inteligencia de los perros ovejeros que trabajan a campo abierto en las praderas y los campos comunales, ellos dirigen la tropilla de ovinos, los reúnen, buscan los animales perdidos del rebaño y los protegen de los malhechores y depredadores, esta historia nos ha demostrado que los perros no solamente sirve a los pastores, pueden ser como en este caso fieles guardianes, que cuidan nuestras pertenencias y nos defienden hasta con sus vidas, donde quiera se encuentren, en cualquier latitud, en todas las culturas y en todas las épocas, el perro es el mejor amigo del hombre. Escrito en Houston Texas, USA, derechos de autor: Ing. Eduardo Maximiliano Narrea Huamaní, conocido por sus amigos como:"Chifú, El Cacique de los Andes", eduardonarrea@hotmail Com

 


sábado, enero 16, 2010 

UN GRITO EN LOS ANDES, Eduardo Narrea, "Chifú, Cacique de los Andes"

Hola amig@




En esta oportunidad te presentamos otra bella narración de un gran amigo oyolino, Eduardo Narrea, “Chifú, El Cacique de los Andes”, que nos escribe desde Texas US. La cuna de la ganaderia americana para los ganaderos ayacuchanos. Esperamos que les guste.


Atentamente



GUILLERMO HUYHUA QUISPE



_______________________________________________________________

UN GRITO EN LOS ANDES

Autor: Eduardo Narrea "Chifú, el cacique de los Andes"




Dedicatoria : Recuerdo Póstumo a Don Víctor Huamaní, (Octubre 18, 1959), Que fue un ganadero y arriero de Parinacochas, al cumplirse cincuenta años de su muerte.

NOTA PREVIA: QUE ESTAS CRONICAS SEA UN MENSAJE DE PAZ Y BIEN EN LOS PUEBLOS DE PARINACOCHAS QUE FUE LA TIERRA DE MIS ANCESTROS. LA GANADERIA VACUNA Y LA AGRICULTURA FUERON Y SERAN LA FUENTE PRINCIPAL DE SUS LABORES CULTURALES DIARIAS, ELLOS SIEMPRE APUESTAN AL SURCO HECHANDO LAS SEMILLAS Y ESPERAN CON MUCHA PACIENCIA QUE ELLA GERMINE Y CREZCA.

QUE ESTE RELATO DE LA VIDA REAL NO VUELVA A SUCEDER EN LOS CAMPOS ALTO ANDINOS Y QUE POR FALTA DE ATENCION MEDICA MUCHAS PERSONAS FALLESCAN, LOS GOBIERNOS DE TURNO DEBEN APOSTAR MAS POR LA SEGURIDAD SOCIAL DE LOS PUEBLOS.



1.0 INTRODUCCION:

Las crónicas que hoy relato sucedieron hacen cincuenta años, en un rancho ganadero de la pradera peruana en el distrito de Oyolo ubicado en el Paucar del Sarasara, departamento de Ayacucho, Perú.

Este lugar ha sido bien dotado por la naturaleza y fue aprovechado desde siempre por sus pobladores indígenas de sus tres barrios como son: Achumani, Puma tambo, Oyolo ayllu. Son gente amantes del campo y de la ganadería que con su trabajo y entereza han sabido aprovechar sus bondades.

Esta era una mañana muy soleada y con una agradable temperatura primaveral que invitaba a realizar las labores culturales del campo propias de la campiña del distrito. La mayor parte de sus pobladores estaban muy ocupados en sus predios ya que sus pobladores son agricultores y ganaderos.

Muchas estancias ganaderas estaban haciendo el queso fresco, algunos ganaderos cambiaban de sitio a su ganado en sus pequeños potreros, otros cortaban la alfalfa que es el forraje por antonomasia y cuando florea al 10 por ciento se corta para el ganado, los campesinos que se encontraban en los andenes en las faldas de los cerros cosechaban los tubérculos como la papa y el olluco, otros cosechaban las habas, el choclo del maíz blanco, cortaban sus tallos para secarlos y almacenarlos.

Como en todo entorno ecológico siempre es posible encontrarse con sucesos que escapan de las manos del hombre. Este es el caso de un notable personaje llamado Don Víctor al que un día de labores como cualquier otro le ocurrió de repente un accidente ganadero, un suceso espectacular que alboroto la paz y la tranquilidad del pueblo, y en pocas horas lo llevaría hasta la paz infinita.


2.0 Crónicas: “Un grito en los Andes”

El olor de las feromonas de una vaquillona en celo que cruzaba por el rancho de Don Víctor puso intranquilo a Pancho un torete de raza Brown Suis que el ganadero crió desde ternero, lo había comprado para el mejoramiento genético de sus vacas lecheras, el animal tenía 18 meses de edad y sería un futuro semental reproductor. Pero en ese instante al oler las feromonas femeninas de una vaquilla en celo se le alborotaron sus hormonas masculinas y afloro su instinto animal, desconoció a su propio dueño, se puso intranquilo por el bramido de aquella vaquillona doncella, entonces salto y rompió la cerca que los separaba y fue tras ella, desconociendo todo, dejándose dominar por el instinto animal de querer ser padrillo reproductor y el ganadero que se interpuso en el camino para atajarlo y detenerlo es desafortunadamente embestido por el torete que se desconoció a sí mismo, se embraveció, se puso furioso y embistió a su amo, solo las innumerables montas a esa doncella le quito la excitación y el libido.

La exclamación sonora y violenta de una campesina estremeció los Andes, produjo la atención de muchos agricultores que en ese momento se encontraban atareados cultivando y labrando sus tierras y se escucho “ un grito en los Andes” que fue desgarrador y fuerte:

- ¡Socoroooo, a mi tíooo lo estaaa mataaando el tooorooo!-

Este S.O.S. Produjo un eco en las montañas del distrito de Oyolo: Hizo que mucha gente corriera para socorrer al indefenso ganadero que yacía en el suelo agonizante, el padrillo, corneo, pisoteo y aventó al barranco a Don Víctor. El cuerno puntiagudo, duro y macizo del toro se le hundió en el estomago por un pequeño orificio y el ganadero sintió un gran dolor por el maltrato de sus vísceras nobles y cayo inconsciente por algunos minutos, el desangrado interno producto de la cornada y de la caída por la ladera del barranco le fue quitando la vida lentamente, y como un reloj al que se le está acabando la energía, después de varias horas en su lecho de dolor, poco a poco se le fue nublando la vista hasta que le llegaría la paz infinita.

Antes de descansar en paz dijo:- me siento muy mal, no me voy a salvar porque estoy botando sangre por la boca y por todos los orificios naturales. Los médicos están muy lejos para que me operen, sin embargo, -me siento muy feliz por mi familia y por mi pueblo que tanto quiero-.

- ¡No tengo rencor a nadie!-

Entonces pensó en sus hijos ya que todos estaban casados y vivían en la capital limeña y mirando por una pequeña ventanita hacia el cielo infinito y eterno pidió a Dios por sus nietos que todavía eran pequeños y dijo con voz entrecortada:

-“Que feliz se sentiría desde el cielo que siquiera uno de mis nietos llegara a ser profesional”-, mis amigos del pueblo dirán: - ¡es nieto de Don Víctor Huamaní!-

Y Dios que lo recibió en el espacio infinito lo escucho en sus últimas palabras, lo bendijo dos veces por su humildad y don de gentes; -le dio muchos nietos profesionales-. En total catorce nietos profesionales (dos veces siete). Ellos trabajan en países tales como: Brasil, Chile, Estados Unidos de América, Francia y Perú.

Fue velado en el pueblo, no estaban sus hijos ni su esposa que se encontraba en Lima que recién al día siguiente supieron la noticia, ya que el pueblo mando un telegrama de urgencia, (…---…), que era el método más rápido de las comunicaciones y por la radio una emisora que era “La Voz de Parinacochas” al día siguiente se divulgó la trágica muerte de un ganadero.

En el año de 1941 tuvo un hijo en Saila en el Cuzco , un hijo, que nació de una aventura amorosa de Víctor en uno de sus muchos viajes de arriero, ese hijo que todavía era adolescente había llegado al distrito de Oyolo a conocer a su padre y estuvo alojado en Chuspini, fue llamado de urgencia para atender a su progenitor yaciente, prácticamente fue un conocer , saludar y un adiós de padre a hijo por el incidente, el vendió al toro que había corneado a su padre para cubrir los gastos y estuvo presente en sus últimas horas y en su velorio.

Se contrato arpa, violín y un charango que son instrumentos liricos auténticos de Ayacucho y sus notas musicales tocados por manos expertas producen melodías espirituales muy profundas. Fue su último deseo, YA QUE EL TODAVIA CON VIDA ORDENO COMO DEBERIA SER SU VELORIO Y ENTIERRO, LE ENCARGO A SU UNICO HIJO PRESENTE QUE EJECUTE SU ULTIMA VOLUNTAD.

Mucha genta que fueron amigos del occiso estuvieron escuchando la música de los andes que es sagrada y espiritual hasta altas horas de la noche y en la madrugada al amanecer se dio caldo de gallina para todos los acompañantes que habían pernoctado en la casa de Víctor y al día siguiente el entierro de su cuerpo fue con todos los honores de una persona notable del pueblo.

Se tocaron campanadas de la gloriosa y melódica campana “ María Angola ” de la iglesia del pueblo para anunciar la partida de uno de sus hijos y anunciar el inicio de la misa de cuerpo presente y por un instante se paralizo el pueblo para despedir a uno de sus hijos predilectos, se contrato una banda de músicos y se lo despidió estando solo algunos de sus familiares más cercanos, autoridades del pueblo, vecinos y mucha gente que lo conocía.

Su esposa Saturnina, sus hijos: Victoria y Roberto viajaron con urgencia al pueblo el mismo día de conocer la noticia y llegaron después de dos días solamente a ponerle flores en su tumba.

Se le recordara siempre como el último arriero cholo de una generación de arrieros. Fue un arriero comerciante de hojas de coca, arriero pescador que proveía de pescado seco salado a muchos pueblos vecinos de Parinacochas, era un ganadero negociante de vacunos, ovino, equinos y chacarero de sus propias tierras.

Mientras sus equinos se reponían en las verdes praderas de las lomas de la costa peruana frente al mar, durante dos o tres meses, los arrieros pescaban en chalanas para hacer el pescado seco-salado, y también juntaban sus cargas de cochayuyo, estos frutos del mar al igual que las machas lo extraían del mar muy de madrugada y luego las secaban a campo abierto a orillas del océano sobre unas inmensas rocas gracias al sol abrazador del medio día.

El pescado seco salado, el cochayuyo seco que son las algas marinas y las machas secas son usados por muchos pueblos para elaborar las comidas en semana santa. El arriero tenía muchos pedidos sobre todo en tiendas grandes, mercados, restaurantes, fondas, estancias y tambos.

Como hombre notable del pueblo siempre lideró los trabajos comunales como: las mejoras de los caminos, reparación de la Iglesia, mejoramiento del Municipio, en los cuales estaba al frente dirigiendo las obras con sus ideas, y muchos años después en muchos trabajos comunales del pueblo al comenzar una obra todavía se menciona su nombre.

¡Causachun abuelo , descansa en paz!

Sinceramente,

“Chifú, El Cacique de los Andes.”

P. D. = S.O.S (Save Our Souls), significa ‘salvemos nuestras almas’, es ahora una ‘llamada internacional de ayuda’, se acuñó en l912 tres meses después del hundimiento del Titanic.

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domingo, diciembre 20, 2009 

FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO 2010

Hola amig@

Ya termina el año 2009, se acerca Navidad. Ambas fiestas nos hacen reflexionar sobre nuestras vidas, el fin de año nos hace pensar que el nuevo año tiene que ser mejor, y la Navidad nos dice si hemos sido buenas personas en este mundo. Cada año nuevo es una esperanza para una vida mejor, cada Navidad, en cambio, si somos mejores personas.

Por ambos motivos, te deseamos éxitos en este 2010 y por Navidad nuestros mejores deseos de Amor y Felicidad.

Un gran abrazo.




Guillermo Huyhua Quispe y Rosa Luz Arroyo Guadalupe


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martes, agosto 18, 2009 

DANIEL, EL MATADIABLO

Hola

Aquí te presentamos el cuento de Daniel el matadiablo, realizado brevemente en un video de corta duración (1.52 minutos) que es un resumen de un cuento de mayor extensión, que publicamos en este blog con el título de "La reina de Armendáriz", contado por Daniel Huyhua y adaptado y completado por Guillermo Huyhua y Rosa Arroyo. Esperamos que les guste.

Atentamente,

Guillermo Huyhua y Rosa Arroyo

DANIEL, EL MATADIABLO

miércoles, abril 01, 2009 

EL MEDICO DE LOS ANDES: LA CURANDERA


Esta leyenda nos la envió el Ing. Eduardo Maximiliano Narrea Huamaní, llamado también "Chifú, el Cacique de los Andes", desde Houston, Texas. Con gusto publicamos su obra.


Catalina tenía ocho años cuando sus padres la matricularon en la escuela primaria del pueblo de Oyolo. Desde entonces comenzó a ir a clases todos los días.


En esta etapa de su vida, ella vivía con su tía abuela Micaela, a quien los tíos y los nietos llamaban de cariño “mamá Mica”. Catalina se quedaba con ella toda la semana debido a que su casa de Chuspini estaba muy distante de la escuela. Solamente los fines de semana iba a su casa a ver a sus padres y sus hermanos menores. Todo el domingo permanecía con ellos.


Al inicio de la semana, su mamá la hace levantar muy temprano, casi de madrugada, para que vaya al pueblo. La acompaña hasta la avenida principal, llamada “Los Caminos del Inca”, y después de despedirla, besándola en la frente y dándole la bendición, mira como la niña se pierde en el horizonte. Este sendero la llevará hasta el pueblo que está como a dos horas a pie.

Tras avanzar como la cuarta parte de este camino se sentó a descansar en un tambo que tenía unas piedras cúbicas. Este era un lugar donde siempre descansaban los caminantes. Ahí le llamó la atención una soga de colores, muy parecida a una huaraca que posiblemente habrían dejado los arrieros “llamichos” que pasaban por ahí con su manada de llamas que son unos camélidos sudamericanos que transportan alimentos de un pueblo a otro. Estos animales llevan, normalmente, en sus alforjas, unas cargas de unos 30 kilogramos de peso.

La huaraca es tejida con lana de alpaca, y sirve para lanzar piedras También para hacerla sonar al viento. Al reventar, en uno de sus extremos, el ganado se asusta.

Como Catalina pensó que alguien había olvidado esa huaraca, la tocó y, acto seguido, la recogió. Pero, para su sorpresa, la soguilla se movió y se abalanzó al suelo. Había sido una culebra, una culebra que le dejó en sus dedos su saliva, su veneno mortal. Y si el maldito ofidio no le picó fue porque la había sujetado por la cabeza.

Mientras el reptil escapaba, ella trataba de reponerse del tremendo susto que se llevó. Pero fue en vano. Como a su alrededor, en ese momento, no había nadie, su susto fue mayor. No sabiendo que hacer, se acercó al río que estaba muy cerca, para tomar agua con sus dos manos, y como no se las había lavado, era casi seguro que ingirió algo del veneno mortal

Ahora seguía su camino, medio aturdida, por el veneno que estaba haciendo sus efectos en su organismo. Se sintió muy mal cuando llegó al pueblo, y en la casa de su abuela se quedó dormida como una piedra. Durmió hasta la noche, y a pesar que estaba con la barriga vacía, cuando despertó sólo tenía sed, mucha sed, por lo que tomó bastante agua.

La tía abuela pensó que su sobrina nieta se sentiría mejor después de dormir un poco más. Pero no fue así. Al verla muy mal, en la mañana del día siguiente, la llevó de regreso a Chuspini, que en quechua significa tierra de mosquitos..

Cuando las dos por fin llegaron, al valle sagrado de Oyolo, la madre de Catalina estaba haciendo queso, que más que un trabajo es un ritual ganadero que se realiza en todas las estancias ganaderas de Ayacucho.

Doña Saturnina echaba dos cucharadas de leche cortada, sacadas del estómago de uno de los tantos estómagos de cabritos que colgaban de un cordel que se encontraba en el patio de su casa. Cabe mencionar que el estómago del cabrito está amarrado en sus dos extremos con unos hilos. A eso lo llaman el “cuajo”, debido a que contiene las enzimas naturales para digerir la caseína que es la proteína de la leche. Este cuajo se pone en un recipiente, con porciones de agua tibia y sal. Después de homogenizarlo muy bien, se reparte en partes proporcionales en los baldes con leche recién ordeñada.

Las enzimas proteasas trabajan bastante rápido a temperaturas de 38 grados centígrados que es la temperatura ideal. En 15 minutos comienza a separarse el suero de una masa blanca llamada queso.

Doña Saturnina dejó, por unos momentos, lo que estaba haciendo, para recibir a la hermana de madre y a su pequeña hija que temblaba de frío y estaba tan pálida como un papel. La Catucha abrazó fuertemente a su madre, y enseguida se puso a llorar. “¿Por qué haz regresado hijita? ¿Qué te ha pasado?”, le pregunta doña Saturnina. Ella le contó que una culebra la había asustado el día anterior, y que por eso no pudo ir a la escuela. “Tengo mucha fiebre y sólo siento sed, quiero agua, por favor”. Ni bien escuchó esto, su madre le dio dos tazas con suero fresco, y durante cuatro días, Catalina tomó solamente suero y agua. Pero en vez de encontrarse mejor, en el cuarto día, se sintió peor. Por haber tomado demasiado suero, el recto se le había dilatado por las constantes evacuaciones.

Justina, hermana de Catalina, tenía los ojos llorosos y temblaba de miedo al ver que la Catucha defecaba demasiado en un bacín de arcilla. “A la Catucha, ojote le salieron”, le dijo la Justina, tartamudeando, a su madre.

Por tanta evacuación hasta se le había prolapsado el recto. Al ver esto, su madre le acomodó con sus dedos, lentamente, el esfínter anal.

Después, por sus poderes astringentes, solamente le daba de tomar una infusión de té, a la vez que colocaba en su frente, para refrescarla, unas rodajas de papa fresca, las mismas que se secaban muy rápido. Entonces comenzó a ponerle paños húmedos. Pero al ver que nada le aliviaba y que ella seguía delirando por la fiebre, la madre empezó a asustarse más de la cuenta. Y como pensó que no había remedio para su hija que se estaba muriendo, le ordenó a Jesús, su hija mayor, que fuera al pueblo para que pidiera a sus primas que preparasen “chicha de jora”, que es la cerveza de la sierra. También para que prepare el entierro y mande un telegrama a su padre, el arriero Víctor, quien estaba de viaje

Pero de pronto, Doña Saturnina se acordó de su comadre Cameliacha, una temida clarividente y curandera del pueblo, y a quien sus hijos llamaban bruja porque escuchaban por ahí que por las noches volaba montada en una escoba. Todos la conocían como la “bruja ventanita” por la sencilla razón que le faltaba un diente.

Esta bruja gustaba mucho del alcohol y era muy temida y respetada. Decían que cuando se molestaba era tan fiera como una serpiente, y que tenía la mala costumbre de acercarse, en forma silenciosa, a los grupos de personas, para escuchar lo que hablaban y percatarse si no rajaban de ella. Pero así como era temida también era muy querida porque sus curaciones eran eficaces, y porque leía en las hojas de coca, de forma muy acertada, el destino de la gente. Por eso, todo el mundo, además de atenderla bien, le llevaban víveres, gallinas vivas, cuyes negros y bastante queso duro. Este último era su preferido.

Según las malas lenguas, doña Cameliacha, debido a que se estaba quedando calva, se ponía, por las noches, una peluca que la había sustraído del panteón del pueblo y que le pertenecía a una joven difunta de pelo castaño, a quien le arrancó el cuero cabelludo.

La curandera tenía, en la puerta de su casa, un perro que cuidaba celosamente de sus bienes. Asimismo, tenía un águila a quien llamaba “Napo-león” y que era enano, viejo y cojo. Este pájaro dejaba ver, en una de sus patas, un brazalete y una cadena de oro que estaba sujeta a una pesada bola de acero. Estas joyas de oro habían sido un regalo de Rodolfo, por los favores recibidos. Este joyero del pueblo confeccionaba joyas para todos los pobladores, con monedas y pepitas de diferentes orígenes. Después de pesar el metal precioso en su vieja balancita, se comprometía a no revelar su procedencia. La única forma de que soltara la lengua era emborrachándole.

Oyolo es famoso todavía por contener, en sus campos de cultivo, numerosos “tapados” que son “entierros” que datan de la época de los incas y los primeros españoles buscadores de oro. Muchos descendientes de éstos lo único que han hecho por el pueblo es llevarse sus tesoros. Pero todos ellos verán, en el último día de su existencia, al poderoso adivino Auqueguato, quien les pedirá que les revelen sus secretos a cambio de salvarlos por haber vendido su alma al diablo.
El brazalete y la cadena de oro que llevaba el águila le dio tanta fama a la curandera que su notoriedad traspasó fronteras distritales.

Asimismo, esta bruja tenía, dentro de su casa, a la “cucucha”, una lechuza a la que soltaba por las noches y veía regresar con los primeros rayos del sol. Este animal además de cuidar de la chamana, la despertaba cuando llegaba visita ya que ella hacía la siesta después de atragantarse con un suculento almuerzo, en su hogar que se encontraba en las afueras del pueblo y que olía a sahumerios de ruda. En las esquinas de su casa acostumbraba poner dientes de ajo, “para ahuyentar a los malos espíritus”, decía.

Doña Saturnina mandó a un peón con dos caballos ensillados para que trajeran, con carácter de urgencia, a la curandera, quien, al poco tiempo, llegó muy agitada y sacudiéndose el polvo de las sandalias. Entro a la casa de su comadre, y lo primero que hizo fue mirar fijamente a la niña media moribunda. Enseguida, tras escuchar la historia de los acontecimientos, pidió que le trajeran un huevo fresco de gallina. “Que esté calientito y sea recién puesto”, murmuró. Ella, por su parte, había traído un cuy negro. Pidió un vaso con cañazo, y luego que lo tuvo, roció este líquido, con la boca, por todo el cuerpo de su ahijada. Acto seguido, se sacó la pequeña cruz de madera que portaba en el cuello y se la puso, en el nombre de Dios, en el pecho de la niña. A continuación, le paso el huevo por todo el cuerpo. Pero como la curandera sintió escalofríos, en esas circunstancias, dijo: “Esta niña también tiene poderes y veo que son más fuertes que los míos porque ella me ha pasado su susto”.

Al cabo de un rato, logró sacarle el susto con el huevo, el mismo al que le salieron dos burbujas grandes ni bien lo puso en un mate con agua fría. La clara del huevo, en contacto con el agua fría, se transformó en un inmenso velo que tapaba una figura como la de una iglesia.

Después de hacer todo lo que hizo, la curandera golpeó, con los dedos de las dos manos, una de las paredes de la casa, a la vez que manifestó que se sentía muy mal. “El susto de la niña debió de ser muy grande porque me está dando escalofríos. Por favor, Saturnina, dame un mate de coca con agua muy cliente y ponle bastante azúcar porque se me ha enfriado todo el cuerpo. Creo que se me ha bajado la glucosa”.

Al cabo de un rato, y mientras tiritaba de frío, volvió a abrir la boca para suplicarle a Saturnina que le diera una copa de cañazo y le prestara un poncho. “Quiero regresar a mi casa, dile a tu peón que me lleve”, acotó. Pero la madre de la niña le pidió que no se fuera hasta que se recupera del todo. Entones ella le dijo: “Está bien, pero ahora pásame el cuy negro por mi pecho, la espalda y el estómago. Hazlo rezando y evocando el nombre del Señor de la Exaltación, nuestro patrón, para que me cure”.

Luego que le hicieran todo lo que pidió, la bruja ordenó a la servidumbre que maten al cuy desnucándolo con una botella. “Cuando lo descuarticen quiero ver sus vísceras”.

Minutos después, un muchacho le trajo, en una bandeja de madera, al cuy descuartizado. Ni bien lo vio ella le manifestó a su comadre: “mira el hígado del cututo, está negro como su hiel, y mira sus intestinos, están agrandados, eso es señal que el mal ya salió de mi cuerpo, por eso ahora me siento mejor, igual que la niña. Ahora en vez de sudar frío estoy sudando de calor. Al fin, mi temperatura está normal”.

Y secándose el sudor de su frente, la bruja ordenó que despedazaran al roedor y lo aventaran a los perros que se encontraban en el patio, para que se lo tragaran y, de esta manera, le hicieran desaparecer de su vista. Y como ella no quería irse sin antes ver la total mejoría de su ahijada, se quedó hasta el anochecer en la casa de doña Saturnina.

La niña Catalina, como por arte de magia y ya curada del susto, dejó la cama y pidió de comer. Tenía mucha hambre, y a pesar que estaba delgada y pálida, sus ojos hundidos por la deshidratación no habían perdido su brillo y vivacidad.
Y mientras esperaba que le trajeran la comida, besó a la curandera en la mejilla, como muestra de agradecimiento, a la vez que le dio las gracias por haberla sanado.

Por recomendación de la bruja, a la Catucha le dieron de comer, en los primeros momentos, pan tostado al fuego vivo, tostadas quemadas y carbón de trigo. (Esta comida tradicional que perdura hasta nuestros días sirve para restituir los minerales y los electrolitos intestinales que había perdido la niña por tanta evacuación). También le prepararon panetela.

En vista que la niña se veía muy delgada, debido a que había estado con fiebre por cuatro días, su mamá, llorando de alegría, dio las gracias al taita Viracocha Señor de la Exaltación, y mandó matar tres gallinas. Quería prepararle un caldo de gallina “levanta muertos”, para que se nutra su muchachita y para compartirlo con todos sus hijos. Asimismo con sus sobrinas y los amigos del pueblo que habían estado pendiente de lo sucedido y que en grupo llegaron al rancho del arriero al saber sobre la mejoría de la niña.


Hubo una gran fiesta familiar por la recuperación de la Catucha. Y así regresó la alegría y la felicidad a la casa del arriero.

martes, marzo 03, 2009 

Chuspini, es el valle sagrado de Oyolo

Publicamos esta leyenda que nos envió el señor Eduardo Narrea desde EE.UU. Con gusto lo publicamos.


Autor: Ingeniero Zootecnista EDUARDO MAXIMILIANO NARREA HUAMANI cuyo nombre literario es "Chifú, EL CACIQUE DE LOS ANDES", Esta leyenda es parte de muchas leyendas que están escritas en el libro "VICTOR ARRIERO DE LOS ANDES" que es un libro de los arrieros oyolinos que le dan grandiosidad al Perú y a los arrieros de los Andes de América, lo escribí en Houston Texas en honor a los ochenta años de mi madre Catalina Huamaní Alata viuda de Narrea.


Chuspini es un paisaje literario, es un fresco enclavado en medio de los Andes, es una acuarela que lo pensó Víctor en su imaginación y lo pintó en un lienzo inmenso con imágenes ecológicas vivas en una quebrada gigantesca llamado Chuspini, lo hizo realidad usando sus manos toscas y calludas, limpió muchas malas hiervas del campo para sembrar árboles frutales y movió muchas rocas construyendo andenes con la ayuda de sus peones , no quedo en la imaginación etérea del artista, lo hizo realidad con mucho trabajo y esfuerzo de muchos años, él decía: - me a costado sudor, lágrimas y sangre - allí asentó su pequeña ganadería lechera y trajo muchas variedades de plantas producto de sus viajes de arriero, siempre estuvo pensando y ejecutando el mejoramiento de esa profunda quebrada en medio de los Andes que llegaba hasta las riveras del río que tiene un ecosistema calido y primaveral durante todo el año, en este pequeño paraíso se produce el efecto invernadero y muchas plantas que se producen en tierras calidas estaban allí sembradas, era el orgullo de Víctor y de su esposa y el su tesoro mas grande eran sus hijos que vivieron cuando niños en esa quebrada, era el hogar del arriero Víctor que tenía varias hijas y ellas eran las pequeñas princesas y todas las hermanas se bañaban desnudas en una piscina de piedras empotradas que era un almacén de agua que había construido Víctor cerca de su casa para el almacén de agua para su ganado, trajo el agua desde muy lejos uniendo a presión las cañas de bambú y amarrando con lianas las cañas que fueron perforadas con una barreta y se produjo el milagro, trajo el agua dulce desde una laguna, que estaba a una distancia de mas de mil metros a su casa.

Esta obra hidráulica lo recordaba Maxicha mi padre y en broma le decía a mi madre que ellas corrían como viscachas que son los conejos silvestres cuando llegaba gente a visitarlos y todas las pequeñas amazonas encueradas y desnudas corrían a esconderse al monte y después de vestirse y peinarse iban en grupo a su casa a confraternizar con las visitas. Un clima tropical en medio de los andes es un microclima extraordinario para sembrar plantas y frutales de costa , por ese motivo esas tierras siempre fueron codiciadas por algunos que envidiaban sus cosechas y mucha gente iba en plan de visita para comprar algunos productos frutales como: higos negros y blancos, aceitunas, duraznos, uvas, zapallos, zapallitos chinos , calabazas, tunas, membrillos, choclos, y tenían muchos cuyes y gallinas y estas muchas veces aparecían con sus pollitos del monte, uno de los sirvientes de Víctor un viejito español llamado Don Sebastián Retamozo ( de barba blanca y ojos azules) padre de los peones que trabajaban en los campos de Chuspini, era un trabajador de Don Víctor desde un inicio, ya que a Chuspini había que colonizarlo, había que domar al potro salvaje, pero no se cumplió el dicho popular que dice que -al potro que lo dome otro- , fue la pujanza y esmero de Víctor el que lo realizo , su mas grande anhelo cumplido, fue su obra maestra mas importante, en medio de las rocas de inmensas montañas, y algunas familias enteras trabajaron con Víctor para hacer un paraíso, y Don Sebastian andaba con su bastón de madera de chonta y llamaba huaypera (gallinera) a la niña Catalina, solamente ella podía ingresar por una puerta pequeña que había construido Don Sebastian, el corral era muy seguro y de esta forma cuidaban de las gallinas para que el zorro no ingrese a llevarse las gallinas de noche, y ella en una canasta recogía los huevos que eran para vender en el pueblo y también para dar de comer a los peones que estaban construyendo los andenes, el viejito los hacia hervir en una olla de barro en una braza de leña y entregaba los huevos sancochados a Doña Saturnina, además era el encargado de cuidar las gallinas que eran mas de cien , y ellas de día andaban sueltas y eran las encargadas de limpiar las parcelas de grillos, gusanos de tierra, larvas de mariposas.


El viejo sentado en una silla de sauce que el mismo construyo desgranaba el maíz para ellas y por las tardes las llamaba para guardarlas en el gallinero porque de noche podría llegar el zorro a llevárselas y cuando los campos estaban sembrados no soltaba las gallinas porque podrían malograr los sembríos, sobretodo los ápices de las nuevas plantas, pero después de las cosechas ellas eran las que realizaban el rastrojo. El zorro de los andes como todo animal salvaje baja por las noches a husmear y buscar alimento para sus crías de camada y siempre le robaba las gallinas a Víctor por eso tenia un encargado especial para ellas. Don Sebastian era el encargado de almacenar las mazorcas de maíz seco para las gallinas y también las ponía en canastas los huevos frescos que Doña Saturnina llevaría al pueblo a venderlos, -no se olvide Don Víctor de traerme en su próximo viaje dos sacos de conchuelas para las gallinas, ya que algunos huevos están saliendo algo blandos porque les debe faltar calcio, y la producción de huevos era muy buena, y el viejito marcaba las gallinas con unos lacitos de colores en las patas y así sabia la edad de las gallinas, y no las tenía mas de dos años, todas las hacia vender y siempre se quedaba con las pollonas mas jóvenes y de esta forma tenia una buena postura y la niña huallpera recogía huevos todos los días y él decía que si ponen setenta huevos diario ya es un record (setenta por ciento de postura es un buen índice en las granjas mas tecnificadas) porque en el campo abierto las gallinas comen muchos insectos y estos le dan buenas proteínas a su cuerpo y las yemas de los huevos son bien rosaditas porque ellas comen las puntas de los pastos y tréboles que colorean las yemas, los picos y tarsos. Don Víctor alegre de ver tantos huevos juntos decía:- que en Chuspini que todo el tiempo es primavera hasta un plumero puede poner huevos- y muy contento recogía los víveres que Doña Saturnina cambiaba usando el trueque como medida de cambio, - no te olvides Saturnina de pedir al tendero dos botellas de cañazo para hacer el batido- y también mis galletas de agua para llevármelas en mi próximo viaje.


Todo el pueblo consumía la producción de las gallinas de Víctor porque Algunos huevos eran de dos yemas, estaban frescos y los huevos eran rosados como a la gente le gustaba. El cacarear de las gallinas nos da un índice del color de los huevos y Don Víctor decía que las gallinas que cacarean Cook, Cook, Cook ponen huevos rosados y no estaba lejos de la realidad.

En una oportunidad al mover unas pacas de heno de alfalfa que estaban guardadas en el almacén que eran para las vacas lecheras, corrió un ratoncito y una de las gallinas que andaba suelta, corrió lo alcanzo, abrió el pico muy grande y se trago al ratoncito para digerirlo en el buche, ese día la huaypera que vio toda la escena no pudo comer el huevo sancochado que su mamá le estaba dando a la hora del almuerzo, tenia muy fresco en la memoria el suceso espectacular que había visto. – ¡Mamá, no puedo comer el huevo sancochado, se me pone la piel de gallina ¡-, y lo contaba a sus hermanas y ese día nadie comió huevo sancochado.

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS

FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO. UN ABRAZO SINCERO PARA TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD

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  • Mi nombre es Guillermo Huyhua y Rosa Arroyo
  • Resido en Lima, Lima, Peru
  • Director de la I.E. N° 1021 "República Federal de Alemania" Lima. Ex Director UGEL Fajardo Ayacucho. Presidente del Círculo de Autoformación y Gestión Institucional - CIAGEI.
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